Me gusta dar propinas no porque sea generoso sino porque soy alérgico al dinero.

Si piensa que la vida es larga y dura suicídese y déjele el lugar a otro.

No dejes para maña lo que pueda hacer fuerza.

Nicole Neuman adoptará un niño africano ya que compró acciones de Nike y quiere controlar de cerca a sus empleados.

Estoy con la extraña sensación de que dentro de los próximos 10 minutos me volveré rico. Y la certeza es tan grande que me acabo de comprar una mansión para festejar.

En la esquina de mi casa había una heladería que quebró y se llamaba Delirio’s. Ahora la reabrieron y se llama Peroratta.

No entiendo a qué está jugando esta gente.

Esos curas se hacían sus propias sotanas. Habían hecho el curso de corte y confesión.

Durante toda mi infancia creí que el piano era un instrumento horrible.

Imaginate, si en todos los dibujitos los tiraban por el balcón.

Si a la gente le interesa tanto saber lo que hacen los demás no entiendo por qué el petróleo es más caro que el morbo.

Todo lo que hay que aprender en la escuela se aprende en el recreo, cuando vamos al kiosco y vemos que la plata no alcanza para nada.

Algunas personas usan los ojos parar mirar estrellas durante horas y otras para mirar boxeo.

La gente se prohíbe cambiar de opinión pero no tiene ningún reparo en tomarse un tren hacia un lado y unas horas después hacer lo mismo para el lado contrario.

Escribir sobre la falta de inspiración es como ir a un restaurante a contarle al mozo el hambre que estamos pasando en vez de pedirle un plato de ravioles.

Me llaman de Telmex todos los días para ofrecerme un descuento en llamadas.

El descuento tendrían que tenerlo ellos.

Cuando mi hermano quería estar a solas con su novia me decía «andá a ver si llueve».

Fue así como me hice meteorólogo.

Echaron a mi niñera porque me tenía sin cuidado.

«Todo lo que hacemos lo hacemos para levantar minas» es una frase que le atribuyen a Dolina. Sin embargo, se la robó a una empresa californiana cuyo trabajo es terminar con los campos minados que dejó la guerra.

Me echaron el primer día de trabajo. Me daba tanta pena no esperar a la gente que perdía el tren que jamás arranqué.

Todo en un marco de absoluta cordialidad y respeto.

El mal del siglo XXI es olvidarse de adjuntar el attach en los mails.

Casi nos perdemos por seguir al hilo conductor.

Conocí un chimango que se gastaba todo el sueldo en pólvora.

Me pidieron permiso de armas para revólver mi café.

Demandé al arquitecto por columnas e injurias.

Cuando mis padres me mandaban a la escuela me decían «vaya uno a saber».